En 2011 Bruno
Faiduti intenta repetir la fórmula de su aclamado Ciudadelas (véase mi reseña)
con un juego de muy parecidas características, pero esta vez con una
ambientación aventurera a lo Indiana Jones. Lo titula Lost
Temple, lo publica la holandesa White
Goblin Games y lo ilustra el popular Piero.
De nuevo pueden jugar de 2 a 8 jugadores, y de nuevo se reparten cartas de
personajes en cada turno. La diferencia principal con su reputado antecesor es
que esta vez no construimos una ciudad por medio de cartas, sino que avanzamos
a lo largo de un camino en un tablero con la intención de ser los primeros en
llegar a ese “templo perdido” en algún lugar del sudeste de Asia que da título
al juego. En este tablero encontramos, además de las casillas normales, otras
especiales con pueblos, templos, junglas o fichas de evento que repercuten
naturalmente en el movimiento de los jugadores. Cada participante comienza con
un peón que ubica en una posición inicial que se determina aleatoriamente
mediante un reparto provisional de las cartas de personaje. Estas también
pueden proporcionarnos una serie de esmeraldas –que se usan en el juego para
pagar el movimiento– y, en ocasiones, fichas de machete, que nos sirven para
atravesar los espacios de jungla densa.
Cada ronda comienza, como en Ciudadelas, con el descarte de una serie
de personajes, algunos boca arriba, otros bocabajo (la cantidad varía en
función del número de jugadores). Después, empezando normalmente por el jugador
que está más rezagado en el camino, se
van eligiendo personajes en secreto, quedando siempre al final uno de ellos
descartado también bocabajo. A continuación, los personajes actúan en orden (también cobramos 1 gema al comienzo de cada turno):
1-Chamán:
elige a otro personaje y, si éste resulta estar en juego cuando llegue su turno
(no tiene que revelarse antes) intercambia posiciones con el chamán.
2-Ladrona:
al igual que en Ciudadelas, la
ladrona elige un personaje al que robará todas sus gemas cuando se revele.
3-Vidente:
la vidente puede ver dos fichas de evento en secreto e intercambiarlas si lo
desea. Después puede mover 1 o 2 casillas.
4-Sacerdote:
el sacerdote puede avanzar hasta la siguiente casilla de templo pagando 2
gemas.
5-Anciano:
parecido al sacerdote, pero avanza hasta el siguiente pueblo.
6-Artesano:
proporciona al jugador una ficha de machete; después puede avanzar 1 o 2
casillas.
7-Explorador:
el explorador avanza tantas casillas como pague en gemas.
8-Canoa:
pagando todas tus gemas, puedes avanzar el doble de ellas en casillas (máx. 20
casillas).
9-Niño:
el jugador mueve hasta la posición del primer rival que esté por delante de él.
Hay un décimo personaje
promocional: el Mandarín.
El objetivo principal en Lost Temple, como ya he avanzado, es
llegar al último templo antes que nadie, de ahí que la elección de una carta u
otra sea decisiva para este cometido, ya que la mayoría nos van a ayudar a
mover en mayor o menor proporción. Si nos encontramos con un espacio de jungla
densa y no pagamos un machete, deberemos detenernos. En cuanto a las fichas de
evento, estas pueden ser tanto beneficiosas como perjudiciales, modificando
nuestro movimiento, proporcionándonos gemas o machetes e incluso dándonos la
iniciativa en la siguiente ronda. Sólo tendremos que revelarlas si caemos en
una casilla que las contenga, momento en el que la repondremos por otra tras
aplicar sus efectos.
A riesgo de equivocarme en mi
juicio tras unas pocas partidas y a la espera de poder jugar con más personas
(sólo hemos sido 4) tengo que de decir que me he quedado un tanto despagado con
este juego porque me sabe a poco. Tenía todos los factores para gustarme: un
ilustre precedente como es Ciudadelas,
una ambientación que todavía me llama más, y un tablero, pero lo cierto es que
las partidas que hemos jugado se me han hecho cortas, de menos de media hora, y
eso para mí mata un juego; no consigo disfrutar algo tan breve y suelo huir de
productos con duraciones que a mí me parecen ridículas. Algunos personajes
me parecen también demasiado potentes a la hora de ganar. Además, en las
partidas de 2 o 3 jugadores cada uno usa
dos personajes, algo que para mí es engorroso y quita gracia al juego. Por el
contrario, cuando participan 6 o más personas se ha de ignorar la mitad derecha
del tablero (que debía haber venido en dos piezas) y gana el jugador que llegue
antes al primer gran templo.
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